Muchas veces no tenemos muy claro qué debemos hacer cuando sufrimos un esguince. ¿Dejamos el vendaje compresivo y usamos unas muletas? ¿Dejamos el pie sin vendaje y continuamos con nuestra vida diaria? ¿Nos tomamos los antiinflamatorios? ¿No nos los tomamos? ¿Se necesita rehabilitación? ¿No es necesaria?
Photo credit: niera94 from morguefile.com
Para entender qué hay que hacer, primero se necesita entender qué sucede en los esguinces.
Un esguince se produce cuando una
articulación es movida de forma brusca e inesperada, provocando el
estiramiento y/o rotura de uno o varios ligamentos. En el momento inicial se originará
una inflamación con edema y posible hematoma. Este proceso inflamatorio es
normal y necesario para que lleguen a la zona lesionada los elementos
reparadores que facilitarán la curación y la cicatrización de dicho ligamento,
así como los elementos encargados de destruir el tejido dañado. Es, por lo
tanto, la fase inicial de la cicatrización.
En esta fase inicial, que dura
2-3 días, es importante el control de la inflamación para que no se vuelva excesiva,
mediante hielo, elevación del miembro afectado y reposo relativo (casi nunca
absoluto). Pero, excepto que la reacción sea exacerbada, no recomiendo el
“corte” de la inflamación, es decir, la toma de antiinflamatorios, puesto que
impedirán que se produzca la tan necesaria primera fase de la cicatrización.
Tomando como ejemplo el tobillo,
que es el que más sufre de esguinces, se recomienda en la medida de lo posible
continuar con la marcha, siempre con un vendaje funcional, cuya función es la
de permitir toda la movilidad de la articulación excepto los movimientos que
dañarán el ligamento. El hecho de continuar la actividad (moderada) favorecerá
una buena cicatrización, la reducción del edema mediante la acción de bombeo
que tiene la musculatura, la mínima pérdida de la propiocepción y el
mantenimiento de una correcta movilidad de la articulación.
Pero ¿qué es y por qué es
importante mantener una buena propiocepción? La propiocepción es como nuestro
sexto sentido, es la encargada de informar a nuestro cerebro sobre la posición
en la que se encuentran las articulaciones. Continuando con el ejemplo del
tobillo, cuando empezamos a torcerlo, los ligamentos que se estiran van a
informar al cerebro para que éste envíe una orden de contracción a los músculos
que se encargan de evitar esa torcedura (los peroneos laterales). Este proceso
es automático, se produce sin que tú tengas que pensar en él.
Cuando ocurre un esguince, se va
a producir un “cortocircuito” en esta reacción automática. Los ligamentos
dañados dejarán de informar correctamente al cerebro sobre la posición
articular, por lo que éste no podrá informar a su vez a los músculos para que
se contraigan y protejan la articulación. La consecuencia es la aparición
continua de esguinces. Es por lo tanto muy importante el mantenimiento de la
actividad con el objetivo de mantener activo este circuito que, en caso de
inmovilización absoluta, se perdería.
¿Por qué acudir a un
fisioterapeuta?
-En primer lugar, para permitirte
continuar con tu actividad (siempre reducida, ya que hay una lesión)
manteniendo una buena funcionalidad. Para ello se colocará un vendaje funcional
o un vendaje neuromuscular durante las fases iniciales del esguince.
-En segundo lugar para controlar
la funcionalidad de todas las articulaciones implicadas y restablecer su normal
movilidad. Esto es importante para prevenir la recidiva del esguince y los
dolores y para evitar que la adaptación de la marcha a una mala movilidad pueda,
a la larga, provocar problemas en otras zonas del cuerpo.
-En tercer lugar para favorecer
que el ligamento cicatrice correctamente y que esa cicatriz sea resistente e
indolora.
-En cuarto lugar, para reeducar
la propiocepción que se pueda haber alterado y prevenir así futuros esguinces.
Esperando ser de ayuda,
aldaoregueira
No hay comentarios:
Publicar un comentario