Son tan archiconocidas que todos hemos oído hablar de ellas y seguramente sean tema de conversación de un alto porcentaje de gente. Estamos tan acostumbrados a oír hablar de ellas y les tenemos tanto miedo que muchas veces les echamos a las pobres la culpa de todos nuestros dolores.
Desde luego, no podía crear un
blog de Fisioterapia y Osteopatía, y no hablar de las hernias discales. ¡Qué
gran pecado cometería sin disertar sobre ellas! Y, después de toda esta
introducción, seguro que pensarás “¿qué tendrá que ver una hernia discal con un
caramelo?” Todo a su debido tiempo…
Un poco de anatomía para comenzar…
Ufff ¡Qué miedo cuando haces una
radiografía y te dicen: ¡Tienes los discos gastados! o ¡Tienes un pinzamiento
lumbar! Pero ¿qué es un disco intervertebral? ¿Y un pinzamiento lumbar?
Todos vimos alguna vez la imagen
de una radiografía de espalda en la que vemos la columna como un apilamiento de
vértebras separadas por un espacio. Pues bien, aunque no se vean en las
radiografías, en esos espacios entre las vértebras se encuentran unos “cojines”
que amortiguan los impactos, mantienen una correcta separación entre las
vértebras y permiten la movilidad de la columna: los discos intervertebrales.
Para saber cómo es su estructura,
piensa en un caramelo o un bombón relleno: están formados por un relleno
gelatinoso (núcleo pulposo) rodeado por una cubierta resistente (anillo
fibroso) que mantiene el núcleo en su interior. ¡Y aquí se desvela el secreto del título!
Un poco de patología para continuar…
Con los esfuerzos de la vida
diaria, las malas posturas… el anillo fibroso se va debilitando y se crean
fisuras en su interior. De esta forma, el núcleo gelatinoso puede colarse por
esas fisuras y empujar la capa más externa del anillo provocando un
abultamiento: esto se conoce como protrusión
discal.
Si se mantienen los esfuerzos, el
anillo puede llegar a romperse por completo, por lo que el núcleo pulposo ya no
estará contenido y saldrá hacia el exterior. Y ¡aquí tenemos a nuestras famosas
hernias discales!
Cuando el núcleo pulposo sale
hacia el exterior del disco, éste pierde altura, se hace más fino, perdiéndose
el cojín que separa las vértebras. De esta forma, éstas se acercan entre sí. Esto
es el pinzamiento. De hecho, cuando
el médico observa una placa de columna y te dice que los discos están mal, no
es porque los esté viendo (no son visibles en las radiografías), sino porque ve
que el espacio de separación entre vértebras es menor de lo habitual, lo que indica
que puede haber una hernia.
Un poco de dolor para seguir…
Y, ¿las hernias son siempre dolorosas?
Pues como buena gallega te diré: depende. Una hernia no tiene por qué ser
necesariamente dolorosa. Son muchas las ocasiones en que se descubren estos
problemas sin que la persona advierta ningún síntoma.
Cuando duelen, ¿por qué es? Hay
diferentes motivos por los que puede aparecer dolor, que nunca serán por la
propia hernia, es decir, la hernia como tal NO es dolorosa. El dolor provocado
por una hernia se debe a la compresión: cuando el núcleo pulposo sale hacia el
exterior del disco, ocupa un espacio que no le pertenece, presionando así a las
estructuras vecinas que, según la dirección en la que salga, puede ser un
nervio, un ligamento, la médula espinal, las meninges…
Estas estructuras, al ser irritadas, se van a inflamar y desencadenarán
dolor u otro tipo de sintomatología: hormigueos, entumecimiento, calambres…
Otro de los motivos es la
contractura muscular de defensa. Cuando se produce una hernia, los músculos que
rodean la hernia se van a tensar en un intento de inmovilizar la zona y así
protegerla.
Un poco de curiosidad para finalizar…
-Somos más altos por las mañanas
debido a que por las noches, cuando estamos tumbados, los discos absorben el
agua que van perdiendo a lo largo del día.
-El mayor porcentaje de hernias
se produce en la zona lumbar baja, seguido por la zona cervical y, por último,
la dorsal.
-Los discos intervertebrales nos
permiten soportar hasta 600Kg.
-Los animales también padecen de
hernias discales.
Y un poco de ánimo para rematar…
Si padeces de hernia discal,
tranquilo. Exceptuando determinados casos que pueden llegar a ser graves, una
hernia no tiene por qué ser invalidante. Son muchas las personas que conviven en armonía con sus hernias llegando incluso a olvidarse de que están ahí. Eso sí, siempre brindándoles los cuidados necesarios para que esta convivencia sea lo más pacífica posible. Sigue activo, practica ejercicio
(siempre bajo supervisión de personal adecuado) y cuida tu espalda. Y, sobre todo, ten en cuenta que no todos los dolores que padezcas en la espalda son consecuencia de tus hernias. Algunos pueden derivarse de ellas, pero también habrá otras causas totalmente ajenas a su presencia.
Esperando ser de ayuda,
aldaoregueira
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